El pintor Lucas Belor se traslada de Madrid al pueblo de su mujer, situado en
la comarca de Los Vélez, en la segunda mitad del siglo XIX. Allí la joven pareja
vive con aparente normalidad hasta que la esposa, movida tal vez porque su
compañero está absolutamente volcado en el arte, lo abandona de la noche a la
mañana y se va a casa de sus padres, tres calles más arriba. Él se siente
incomprendido y percibe el rechazo de los vecinos, sin embargo, se queda e
intenta componer los hechos como si de un lienzo se tratara. Comprende que ha de
elegir entre el amor y la vocación. Éste es el punto de partida de ‘El ojo
de Lucas Belor’, de Sole Reche, la tercera entrega de la colección ‘Narradores
almerienses’ que llega este domingo 19 de agosto a los quioscos por 1,50 euros
junto a LA VOZ. Se trata de la ya tradicional iniciativa que este periódico
lanza cada verano con Arráez Editores y Cosentino. Paisaje,
costumbres Ambientada en Vélez Rubio, el paisaje de la zona está
presente a lo largo de las 63 páginas de esta novela corta. “La pintura de este
hombre es una especie de continuación del paisaje, aunque he intentado descargar
un poco de descripciones. Además, reflejo ciertas costumbres y también historias
que a mí me han contado y que yo he intentado adaptar a la trama”, señala Sole
Reche. La autora, descendiente de la afamada familia de fotógrafos de Los
Vélez, los Reche, se ha inspirado también en los lugares de su infancia. “Hay un
pasaje que transcurre en un cortijo que era propiedad de mi familia. Existe
cierto poso de una parte desconocida de mis antepasados. De hecho, en ese
cortijo había un sitio que se llamaba el bancal del pintor, yo me he vuelto loca
preguntando el motivo. Y ese fue el punto de arranque. Pensé en ir a buscar un
pintor al bancal del pintor”, confiesa. ‘El ojo de Lucas Belor’ constituye
la primera obra publicada de Sole Reche (Vélez Rubio, 1954), que en la
actualidad trabaja como maestra en Ogíjares (Granada). Aficionada a escribir
desde siempre, su hermano, el escritor Diego Reche, la animó a dar este gran
paso. Ahora sólo espera que los lectores le den una oportunidad y combatan el
insomnio de la noche o aprovechen la hora de la siesta para sumergirse en esta
historia. “Este libro también puede descubrirse en una terraza con una cerveza”,
sugiere. “Lo que no quería es que se quedase en mi ordenador”. |
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