Un 30 % de los jóvenes que trata Proyecto Hombre tiene problemas con los móviles
La permisividad de los padres y la proliferación de los dispositivos portátiles con Internet disparan el abuso infantil de las nuevas tecnologías. Es lo que se conoce como el síndrome del caracol
Se ha extendido entre muchos padres la falsa creencia de que no pasa
nada porque su hijo esté varias horas metido en Internet, porque todo el
mundo lo hace. Creen que las nuevas tecnologías son inocuas y que
mientras esté conectado en su cuarto, su hijo va a estar más protegido y
seguro que en la calle. Pero se les está creando una dependencia y cada
vez necesitan más. Albert Gimeno es el director de la oenegé Padres 2.0
y tiene muy claro que esta «ultrapermisividad» de los progenitores,
sumada a la reciente proliferación de dispositivos portátiles con acceso
a Internet, está propiciando una creciente adicción entre los jóvenes a
las nuevas tecnologías y empujándoles hacia el bautizado como síndrome
del caracol, un nuevo fenómeno que preocupa a pediatras, expertos,
juristas especializados en menores y docentes, y que genera una burbuja
en la que el joven se aísla, normalmente en su propia casa, y concentra
las interacciones con el mundo que le rodea a través del móvil, la
tablet o el ordenador. Además, al ser la mayoría de ellos dispositivos
portátiles, puede desplazarse de un lugar a otro con su 'caparazón
virtual'.
Según diversos estudios, entre el 17% y el 18% de los chavales pasa más de dos horas al día con el móvil. Es decir, que durante ese tiempo no están manteniendo relaciones interpersonales, lo que perjudica a su desarrollo y los aísla de sus familias.
Este síndrome responde a «un tipo de niño que no quiere salir de casa, que, por ejemplo, se borra del equipo de fútbol y deja de hacer cualquier actividad que antes le gustaba, que cada vez sale menos con amigos y, cuando sale, lo hace conectado; un niño que si te lo llevas a comer o cenar, se sienta en la mesa sin parar de teclear o de jugar con cualquier dispositivo», según pormenoriza Francisco López, director de una asociación especializada en la intervención e integración en adicciones y otras conductas. Además, López advierte de que este trastorno «cada vez apunta hacia niños más pequeños».
La organización gubernamental Proyecto Hombre de Granada, tampoco se mantiene ajena a este problemática y está tratando ya a jóvenes de entre 13 y 23 años que hacen un uso abusivo de las nuevas tecnologías. De hecho, un 30% de los 150 'pacientes' que están en el 'Programa joven' presentan ese perfil. «Es verdad que los casos de adicción pura y dura son contados, pero tenemos muchos de abuso», explica Paco, uno de los terapeutas de Proyecto Hombre en Granada.
Pese a todo, esto es solo la punta del iceberg, el comienzo de una dependencia que, si no se ataja a tiempo, desemboca en un serio problema que requiere de la mano de especialistas, una adicción que deberá ser tratada como tal.
Según diversos estudios, entre el 17% y el 18% de los chavales pasa más de dos horas al día con el móvil. Es decir, que durante ese tiempo no están manteniendo relaciones interpersonales, lo que perjudica a su desarrollo y los aísla de sus familias.
Este síndrome responde a «un tipo de niño que no quiere salir de casa, que, por ejemplo, se borra del equipo de fútbol y deja de hacer cualquier actividad que antes le gustaba, que cada vez sale menos con amigos y, cuando sale, lo hace conectado; un niño que si te lo llevas a comer o cenar, se sienta en la mesa sin parar de teclear o de jugar con cualquier dispositivo», según pormenoriza Francisco López, director de una asociación especializada en la intervención e integración en adicciones y otras conductas. Además, López advierte de que este trastorno «cada vez apunta hacia niños más pequeños».
La organización gubernamental Proyecto Hombre de Granada, tampoco se mantiene ajena a este problemática y está tratando ya a jóvenes de entre 13 y 23 años que hacen un uso abusivo de las nuevas tecnologías. De hecho, un 30% de los 150 'pacientes' que están en el 'Programa joven' presentan ese perfil. «Es verdad que los casos de adicción pura y dura son contados, pero tenemos muchos de abuso», explica Paco, uno de los terapeutas de Proyecto Hombre en Granada.
Pese a todo, esto es solo la punta del iceberg, el comienzo de una dependencia que, si no se ataja a tiempo, desemboca en un serio problema que requiere de la mano de especialistas, una adicción que deberá ser tratada como tal.
«Un sentimiento de fracaso personal le llevó a aislarse»
Raúl (nombre ficticio para proteger su anonimato) sufrió acoso
escolar los cuatro cursos de Secundaria y, al llegar a Bachillerato,
repitió dos veces. «Comenzó a sufrir un gran sentimiento de fracaso
personal, que le llevó a aislarse en su cuarto, a centrarse en los
juegos 'on line' y en navegar por Internet, y a descuidar sus hábitos de
vida, como la alimentación y la higiene». Los enfrentamientos
familiares se sucedieron cuando sus padres trataron de marcarle unos
horarios, hasta llegar a los insultos y las agresiones. Con 20 años, y
después de dos prácticamente sin salir de su habitación y desarrollar
fobia social, acudió a Proyecto Hombre.
«Lleva enganchado desde los once años a la videoconsola»
Los padres de Víctor (nombre ficticio) se han visto obligados a
acudir a Proyecto Hombre porque su hijo «estaba enganchado a la
videoconsola desde hace dos años». Además, ha protagonizado varios
episodios violentos y agresivos en el momento en el que sus progenitores
han intentado marcarle unos horarios estrictos en el uso de este
dispositivo. Debido al acoso escolar al que le han sometido sus
compañeros, Víctor, a sus 13 años, ha tenido que ser cambiado varias
veces de colegio, muestra escalas habilidades sociales y una baja
autoestima. Ahora asiste a terapia para combatir su adicción a los
videojuegos.
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