lunes, 1 de septiembre de 2014

Artículo publicado en Ideal digital de interés sobre el problema de los móviles y la permisividad de los padres


Un niño juega con una videoconsola portátil.

      Un 30 % de los jóvenes que trata Proyecto Hombre tiene problemas con los móviles


La permisividad de los padres y la proliferación de los dispositivos portátiles con Internet disparan el abuso infantil de las nuevas tecnologías. Es lo que se conoce como el síndrome del caracol



Se ha extendido entre muchos padres la falsa creencia de que no pasa nada porque su hijo esté varias horas metido en Internet, porque todo el mundo lo hace. Creen que las nuevas tecnologías son inocuas y que mientras esté conectado en su cuarto, su hijo va a estar más protegido y seguro que en la calle. Pero se les está creando una dependencia y cada vez necesitan más. Albert Gimeno es el director de la oenegé Padres 2.0 y tiene muy claro que esta «ultrapermisividad» de los progenitores, sumada a la reciente proliferación de dispositivos portátiles con acceso a Internet, está propiciando una creciente adicción entre los jóvenes a las nuevas tecnologías y empujándoles hacia el bautizado como síndrome del caracol, un nuevo fenómeno que preocupa a pediatras, expertos, juristas especializados en menores y docentes, y que genera una burbuja en la que el joven se aísla, normalmente en su propia casa, y concentra las interacciones con el mundo que le rodea a través del móvil, la tablet o el ordenador. Además, al ser la mayoría de ellos dispositivos portátiles, puede desplazarse de un lugar a otro con su 'caparazón virtual'.

Según diversos estudios, entre el 17% y el 18% de los chavales pasa más de dos horas al día con el móvil. Es decir, que durante ese tiempo no están manteniendo relaciones interpersonales, lo que perjudica a su desarrollo y los aísla de sus familias.
Este síndrome responde a «un tipo de niño que no quiere salir de casa, que, por ejemplo, se borra del equipo de fútbol y deja de hacer cualquier actividad que antes le gustaba, que cada vez sale menos con amigos y, cuando sale, lo hace conectado; un niño que si te lo llevas a comer o cenar, se sienta en la mesa sin parar de teclear o de jugar con cualquier dispositivo», según pormenoriza Francisco López, director de una asociación especializada en la intervención e integración en adicciones y otras conductas. Además, López advierte de que este trastorno «cada vez apunta hacia niños más pequeños».
La organización gubernamental Proyecto Hombre de Granada, tampoco se mantiene ajena a este problemática y está tratando ya a jóvenes de entre 13 y 23 años que hacen un uso abusivo de las nuevas tecnologías. De hecho, un 30% de los 150 'pacientes' que están en el 'Programa joven' presentan ese perfil. «Es verdad que los casos de adicción pura y dura son contados, pero tenemos muchos de abuso», explica Paco, uno de los terapeutas de Proyecto Hombre en Granada.
Un 30 % de los jóvenes que trata Proyecto Hombre tiene problemas con los móviles Pese a todo, esto es solo la punta del iceberg, el comienzo de una dependencia que, si no se ataja a tiempo, desemboca en un serio problema que requiere de la mano de especialistas, una adicción que deberá ser tratada como tal.


«Un sentimiento de fracaso personal le llevó a aislarse»
Raúl (nombre ficticio para proteger su anonimato) sufrió acoso escolar los cuatro cursos de Secundaria y, al llegar a Bachillerato, repitió dos veces. «Comenzó a sufrir un gran sentimiento de fracaso personal, que le llevó a aislarse en su cuarto, a centrarse en los juegos 'on line' y en navegar por Internet, y a descuidar sus hábitos de vida, como la alimentación y la higiene». Los enfrentamientos familiares se sucedieron cuando sus padres trataron de marcarle unos horarios, hasta llegar a los insultos y las agresiones. Con 20 años, y después de dos prácticamente sin salir de su habitación y desarrollar fobia social, acudió a Proyecto Hombre.
«Lleva enganchado desde los once años a la videoconsola»
Los padres de Víctor (nombre ficticio) se han visto obligados a acudir a Proyecto Hombre porque su hijo «estaba enganchado a la videoconsola desde hace dos años». Además, ha protagonizado varios episodios violentos y agresivos en el momento en el que sus progenitores han intentado marcarle unos horarios estrictos en el uso de este dispositivo. Debido al acoso escolar al que le han sometido sus compañeros, Víctor, a sus 13 años, ha tenido que ser cambiado varias veces de colegio, muestra escalas habilidades sociales y una baja autoestima. Ahora asiste a terapia para combatir su adicción a los videojuegos.



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